Este artículo es una síntesis del trabajo homónimo escrito junto a Ricardo Rozemberg para la Fundación Carolina.*
Desde su creación el MERCOSUR ha asistido a recurrentes períodos de estancamiento y relanzamiento. Pero a diferencia de ciclos anteriores, ahora existe consenso al interior del bloque acerca de la necesidad de repensar el esquema de integración de cara al futuro.
El debate actual enfrenta un cuestionamiento simultáneo en tres dimensiones de un mismo problema. Primero, el espacio intrazona continúa presentando dificultades de acceso y escasa integración: las industrias automotriz y azucarera permanecen excluidas del libre comercio, hay multiplicidad en el cobro del arancel externo común (AEC), la armonización regulatoria es limitada, existen numerosas barreras al comercio intrazona de servicios, las divergencias en las políticas fiscales y sectoriales distorsionan la competitividad y algunos acuerdos regionales no han entrado en vigor o solo lo han hecho parcialmente.
Segundo, la unión aduanera resulta imperfecta e ineficiente en términos del desarrollo competitivo: los aranceles son elevados, hay un escalonamiento relativamente alto en insumos y bienes intermedios y existen múltiples perforaciones del AEC que nacieron con el objetivo de ser transitorias y no solamente se volvieron permanentes sino que se multiplicaron a lo largo del tiempo.
Tercero, los resultados de las negociaciones con países fuera del bloque han sido muy limitados y el MERCOSUR ha concretado pocos acuerdos comerciales, ninguno de ellos con las principales economías del mundo. Más allá de la contraposición de intereses con algunos de los principales socios extrarregionales (entre ellos, la Unión Europea), el proceso ha sido obstaculizado asimismo por un mecanismo decisorio interno lento y cierta divergencia en los objetivos de inserción internacional de los miembros del MERCOSUR.
Ante este panorama, el MERCOSUR puede optar por cuatro caminos posibles: el mantenimiento del statu quo, la ruptura del bloque, su transformación en una zona de libre comercio o su consolidación y profundización para alcanzar finalmente la unión aduanera.
Cualquiera de los caminos que elija impactará en el futuro de su relación con la UE. Si se mantiene la situación actual, la conclusión de la negociación birregional dependerá exclusivamente de un cambio de enfoque político en el que una o ambas partes flexibilicen sus posturas o decidan que el costo de no suscribir un acuerdo es mayor al de firmar un documento por debajo de sus expectativas iniciales.
La disolución del MERCOSUR -escenario poco probable y nada deseable- o su transformación en una zona de libre comercio permitirían a los países miembros negociar individualmente con la UE. Si bien en sus discusiones con países de América Latina y el Caribe la UE ha mostrado una preferencia por tratar con conjuntos de países (ej. CARIFORUM, Centroamérica y Colombia, Perú y Ecuador), el interés europeo en el mercado brasileño podría derivar en una negociación bilateral con la mayor economía de la región en caso que la alterativa MERCOSUR no fuera posible.
En la profundización de la unión aduanera, alcanzar un acuerdo con la UE debería contribuir a resolver algunas dificultades internas que ha enfrentado hasta ahora el MERCOSUR, particularmente para lograr consensos en ciertos temas. Por ejemplo, la apertura del mercado de servicios a los proveedores europeos podría favorecer la adopción de compromisos más profundos entre los países del bloque sudamericano. Algo similar podría decirse en relación a la definición del tratamiento para el sector automotor y su impacto sobre los arreglos bilaterales entre Argentina y Brasil. O en el resto de las disciplinas comerciales y/o regulaciones técnicas, de calidad, sanitarias, entre otras.
* Rozemberg, Ricardo & Gayá, Romina (2019). Mercosur en tiempos de cambio: implicaciones para la negociación con la Unión Europea. Documento de trabajo 9/2019. Fundación Carolina: Madrid.