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República de Corea, un mercado atractivo y poco explorado para Argentina


A fines de mayo, el MERCOSUR y la República de Corea iniciaron las negociaciones para suscribir un acuerdo que permita fortalecer el comercio y las inversiones bilaterales.

Durante los últimos cuarenta años, Corea creció a un ritmo mayor que la media global y se convirtió en la 14º economía mundial. Sus 51,4 millones de habitantes tienen un PIB per capita de USD 39.400 anuales, 17 veces más que en 1980. Es una economía abierta con flujos comerciales por casi USD 1,3 billones: es el 8º exportador y 11º importador del mundo y cuenta con 15 tratados de libre comercio con 52 países, entre ellos algunos de América Latina (Chile, Colombia y Perú).

A pesar de ser un mercado atractivo, el comercio de Argentina con Corea es muy limitado: en 2017 las ventas argentinas al país asiático alcanzaron USD 506 millones (0,9% del total) y las importaciones desde ese origen, USD 836 millones (1,3% del total). Argentina, por su parte, representa apenas 0,1% del comercio de mercancías de Corea.

Como se observa en el gráfico, los flujos entre ambos países son típicamente interindustriales: Argentina exporta productos basados en recursos naturales (cereales -principalmente maíz-, minerales, pescados, aceite de soja, carbonatos, medicamentos, lana, sangre y antisueros) y Corea provee manufacturas intensivas en capital y de mayor contenido tecnológico (teléfonos celulares, vehículos, ferroaleaciones, maquinaria para construcción, entre otros).

Numerosas empresas de origen coreano tienen presencia en Argentina, aunque muchas de ellas solo realizan actividades comerciales. Se destacan algunas firmas de electrónica, terminales automotrices, fabricantes de aparatos médicos, minería y pesca (LG, Posco Daewoo, Samsung, Kia, Hyundai, Ceragem, Nuga Best, entre otras). También hay muchas pequeñas y medianas empresas (PYMES) de residentes coreanos en Argentina (principalmente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) dedicadas a la producción y comercialización de indumentaria. La inversión argentina en Corea, en contraste, es muy limitada, aunque varias firmas realizan operaciones en diversas actividades.

Si bien el intercambio bilateral aún es muy bajo, existe un gran potencial no explorado derivado de la complementariedad comercial entre ambas economías. Por un lado, Argentina es un país con abundancia de algunos de los recursos naturales de mayor interés para Corea, como petróleo, gas, productos agropecuarios y minerales. Asimismo, existen oportunidades para ampliar las exportaciones de algunos alimentos procesados como golosinas, chocolates y vinos. Argentina es también un hub de servicios globales de exportación. Si bien las diferencias idiomáticas y horarias dificultan la provisión de estos servicios desde Argentina a Corea, las empresas coreanas podrían aprovechar las ventajas comparativas de Argentina para prestar servicios a clientes en América Latina y Estados Unidos.

Por otro lado, Corea es un importante productor y exportador de bienes de alto contenido tecnológico muy demandados en Argentina (vehículos, celulares, computadoras, monitores, televisores, automóviles), etc. Asimismo, provee componentes industriales que son ensamblados en Argentina, contribuyendo a la generación de empleo local.

En ese sentido, el acuerdo MERCOSUR-Corea podría realizar una contribución sustancial para fomentar el comercio y las inversiones bilaterales. No obstante, existen algunos desafíos importantes que no deben ser subestimados. En ambos países los sectores más sensibles y protegidos son aquellos en los cuales el socio es más competitivo (ver cuadro). Por ejemplo, Argentina grava con tarifas superiores a la media a la maquinaria eléctrica, el material de transporte y otras manufacturas. Corea, por su parte, cuenta con crestas arancelarias y/o restricciones cuantitativas en algunos productos agropecuarios como cereales y sus preparaciones, lácteos y frutas y vegetales. Así, pues, la negociación no será sencilla y es probable que el proceso de apertura sea gradual y sujeto a restricciones cuantitativas para mitigar el impacto negativo de la competencia externa sobre la producción local más afectada.



Este artículo está basado en un trabajo realizado junto a Ricardo Rozemberg para la Embajada de la República de Corea en Argentina.

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